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Este trabajo discute el peso internacional y el valor de recursos no explorados de España en el siglo XXI, entre los cuales se encuentran la lengua y el patrimonio histórico-cultural. El autor razona que para extraer el máximo partido de esos recursos ha de procurarse que sean canalizados de forma eficiente, articulando una diplomacia pública ágil, coordinada y flexible que sea capaz de aglutinar a los organismos públicos y las empresas culturales privadas.